A partir de los 35 años la calidad de los óvulos disminuye significativamente de manera que, pasados los 40, es muy difícil conseguir un embarazo de manera espontánea. Por este motivo, si tienes entre 30 y 35 años y no tienes previsto ser madre a corto plazo, puedes congelar los óvulos para protegerlos del paso del tiempo y mantener tu fertilidad intacta.